Juan José Ruszkowski |
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Av. Colon. En el fondo se destaca el Palacio Cosmos. | Vista a Palacio Edén sobre la Plaza Colón. | Los edificios: Pampero (más lejos) y Zonda (primer plano) frente a Playa Grande. |
Según datos inmobiliarios del 2010, en los primeros 10 edificios más altos de Mar del Plata se encuentran 4 del Ing. Ruszkowski. Puesto nº 1 / P. P. Ramos 2865 / Demetrio Elíades / 40 pisos. |
"Estos cálculos los hacía sólo con una regla de cálculo, un tablero y un ayudante […]" |
El ayudante del Ing. Ruszkowski |
Relato sobre las grandes empresas constructoras en los años 60ª y 70ª |
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“Soy Alejandro García Avalos. Fui ayudante de Ing. Ruszkowski […]”
Yo estaba estudiando y un día el ingeniero Larsen, que era muy buen calculista dinamarqués, preguntó en el aula: - ¿Quién tiene interés de trabajar? - Entonces me levanté yo y dije: - Yo señor, ¿qué hay que hacer? - Tengo un colega, el Ing. Ruszkowski - comentó Larsen y siguió. - Necesita un ayudante para pasar en limpio los borradores y hacer los planos de hormigón. Preséntate mañana en la oficina de él. - Fui al edificio Palacio Edén, que está en Bolívar y Buenos Aires. Ahí estaba Delco de Demetrio Elíades y Compañía. Me atendió la jefa de personal, Doña Beba Marengo, y me presentó al ingeniero Ruszkowski. Hablé con él. Me dijo lo que hay que hacer y si yo me animaba. Le contesté: - ¿Cómo no me voy a animar? Yo estoy acá para aprender. - Y empecé al otro día a trabajar con él. Me enseñó las bases cómo hay que hacer, como él hacía los borradores. Y yo lo pasaba en limpio. Lo pasaba al plano esquemático municipal. Después hacia los paños de replanteo de obra. Luego hacía los detalles de la armadura, tanque, escalera…, y todo eso iba a la obra. El armador tenía ya el detalle de las vigas, el detalle total de doblado, la medida y la cantidad de hierro que necesitaba para seguir |
haciendo. También tenía el cómputo métrico de la cantidad de materiales qué se utilizaba: cemento, arena, piedra. En aquél tiempo usábamos el acelerante de Fragüe Sika 3. De esa manera teníamos en si el cómputo métrico del valor de todo el edificio por los metros cúbicos de material y los metros cuadrados de superficie. Así que yo durante casi 15 años hacía eso.
Don Juan también trabajó para otra empresa. Después del fallecimiento de Don Demetrio, Delco y Compañía Marplatense armaron una empresa paralela con el personal preparado de Delco, nombrando - Compañía Marplatense de Construcciones. El presidente era Don Alejandro Muguete que había sido contador y estaba a cargo de Delco de Demetrio Elíades. Con Don Juan y mucho personal del Delco pasamos a la nueva empresa. En un momento llegamos a tener 1200 obreros. En aquel momento (1970-1971) casi todas obras públicas de Mar del Plata, con el plan A y B del Banco Hipotecario, la hizo la Compañía Marplatense. Después solía ser obras privadas. Se hizo Zonda, Pampero, Pamperito, Guatéele… un montón de edificios en Mar del Plata. Hicimos varios: en Barrio Carlos Pellegrini, en Barrio Etchepare, una parte del barrio de Empleados |
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de Comercio, detrás del estadio San Martín y unas buenas obras para terceros. En ese momento hicimos dos escuelas, dos bancos, o sea, siempre por licitación. Yo en ese momento era el Jefe del Departamento Técnico y el Jefe de Certificaciones, o sea, todas las obras qué hacía la Compañía, yo era el que certificaba los trabajos realizados. Iba a la obra y medía. El contratista presentaba la liquidación. Yo iba y controlaba que las liquidaciones se ajustaban a las normas y que estén bien realizados los trabajos y los metrajes que correspondía. Después se liquidaba y se pagaba. De esa manera de ayudante dibujante llegué a ser el miembro del Directorio de la Compañía Marplatense. Era una tarea que absorbía todo el día. No teníamos horario. Cuando había que hacer una licitación o algo hipotecario por ahí empezábamos trabajar a las 7:00 de la mañana y terminábamos eso de las 10:00 o 12:00 de la noche, presentando toda la documentación lista para la licitación. La verdad me encantó.
Cuando me fui, me fui con tristeza, porque he dejado una parte de mi vida. El mismo presidente, Don Alejandro Muguete, me decía - “Lungo, en la Compañía Marplatense está siempre la puerta abierta para vos”. Y yo le contesté - “Mire, Don Alejandro, si yo vuelvo es porque fracase afuera y yo no quiero fracasar. Yo acá llegue hasta el techo, ya tenía el techo, era el directorio. Yo quiero ver, haciendo por mi cuenta, qué me pasa si sigo afuera con mí tarea profesional. Después el resto está bien, no me puedo quejar”. Y cuando falleció Don Alejandro lo sentí como si hubiera fallecido mi papá. Porque era mi papá. Él me ayudó, él me regaló un auto, me compro ropa, me daba otras cosas. Cuando me casé me ayudó a comprar mi primer departamento. Él fue a mi casamiento y me dijo - “Lungo agarra.” - “¿Y cómo lo pago?” - pregunté. “No te importa. Vos lleva, vos cómpralo” - decía. Y así compré el primer departamento. Después vendí ese, compré otro, el auto… Un día me dijo - “Lungo, ¿qué auto tienes?” - “Tengo un Peugeot” - contesté. - “¿Qué modelo es?” - “Creo que era 1972”. - “Bueno, anda a Buenos Aires y trae un 0 km”. - Y me regaló un 0 km. O sea, yo a Muguete le debo todo. Y las hijas de él las tuve en brazo y las conocí de bebe. Así que yo a la Compañía Marplatense le agradezco todo. Puedo decir más. La Compañía Marplatense hizo un club personal en el cual el presidente fui yo muchos años. Y les dábamos un montón de beneficios a los obreros de la empresa. O sea, era la única empresa que repartía las ganancias de las obras a los distintos gremios. Como ya la licitación tenía un valor, se hacía trabajos en menor tiempo y con eso se ahorraba, se repartía entre el personal. O sea, el personal de la Compañía Marplatense tenía uno o dos aguinaldos por año y ropa para trabajar. Yo, en el club, becaba a los |
hijos del personal. O sea, venían en marzo y me decían - “Tengo tres hijos”. - Bueno, comprábamos la ropa para vestirlos. Los chicos secundarios: saco azul, pantalón gris, camisa chica de veleta blanco. Pagábamos el abono del micro. Le dábamos los libros, pero después tenían la obligación de devolverlo cuando terminaban el curso, así podían compartir otros. Le hemos hecho convenio con Toledo. O sea, nosotros le dábamos unos cupones para ir a Toledo y Toledo a fin del mes nos pasaba las liquidaciones y nosotros les descontábamos del sueldo a ellos lo que gastaban. O sea, tenían un adelanto de un dinero para poder vivir.
Gracias a Toledo que el primer eslabón fue el de Palacio Cosmos. Ese primer supermercado se llamaba “Maxi” y era de Demetrio Elíades. Fue el primer supermercado de Mar del Plata que después, por un conocimiento, se lo vendió a Toledo y puso el primer eslabón en Colón y Sarmiento. Así que la historia de la Compañía… yo no creo que en Mar del Plata había otra empresa que favoreció tanto al obrero como esta. Nosotros teníamos un salón de fiesta y lo facilitábamos a los obreros para los cumpleaños de 15, casamientos, bautizos y cuando lo querían. El salón era de lujo. Era en un hotel de 5 estrellas. Tenía capacidad para 150 personas. Nuestra oficina estaba en Azcuénaga entre Santiago del Estero y Córdoba. Ahora está ahí una parte del Hospital Comunidad. Así que, con respecto al obrero, fue una empresa que marcó un mito acá en Mar del Plata. Teníamos como 1200 obreros. Teníamos 6, 7 obras al mismo tiempo. A los obreros les dábamos dos juegos de ropa con los zapatos anualmente. Más, en algún momento el club tuvo una actividad deportiva. Teníamos un equipo |
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de futbol. Teníamos un lugar que usábamos como nuestra cancha. Era de la Compañía Marplatense. Estaba donde está ahora SOIP. Ahí habíamos hecho 2 canchas de futbol. La Compañía había entrado en los torneos barriales. Teníamos 2 equipos. Era una actividad social y deportiva que no creo que en este momento alguien lo tenga.
Teníamos el reglamento interno. Un reglamento de como tenía que comportarse el obrero. Se lo dábamos cuando comenzaba a trabajar, para comportase bien, no utilizar el lugar de trabajo para decir barbaridades a las jóvenes que pasaban por la vereda, no tomar alcohol dentro del edificio. Nosotros con el jefe de personal, Jorge Lombardo, a veces recorríamos al mediodía las obras para ver si estaban tomando vino u otras bebidas alcohólicas. El güinchero, el de la grúa, o alguien otro podía equivocarse y formar una tragedia. Entonces íbamos a controlar obra por obra y caíamos de improviso. Teníamos comedor también, un lugar donde ellos comían. No comían en la calle. Tenían un espacio fijo que después se aplicó a la UOCRA como una obligación de tener los comedores en las obras. Pero este era un comedor bueno. Teníamos una persona que les cocinaba, o sea, cada obrero venía con su comida, el encargado del lugar le ponía la comida y se la marcaba. En la obra se marcaba con un alambre, con un palito, o lo que traía cada uno, eso era común. Entonces cada uno traía algo: dos ganchitos, un palito, una crucecita, o ya venían con una banderita y con el nombre. De esa manera se sabía de quien era la comida. No creo que en Mar del Plata ahora existe una empresa de construcción así. |
La construcción es muy difícil. Tiene un comienzo y un final. Puede durar un año, dos años, tres años. Después el obrero empieza buscar de nuevo, ¿a dónde va? Los obreros buenos quedaban. Los obreros que eran medio vagoneta y van de obra a obra tenían la libreta de despido. Así se llamó. Se la entregaban en momento del despido y con esa libreta podían ir a otro lugar de trabajo, pero de la empresa se iban.
Nosotros teníamos un acuerdo como una norma, propia de la empresa, pagar en el último día hábil. Pagaban el día 15 y 16 la quincena y el primer día del mes también cobraban la quincena. Tres días después de la quincena cobraban los contratistas. Nosotros a veces llamábamos por el teléfono a contratistas para que vengan a buscar el cheque. O sea, la gente del personal que estaba a cargo de la liquidación se quedaba capaz toda la noche haciéndolo. En esa época se pagaba en el lugar. Después se arregló con los bancos y el obrero tenía que ir a una tal hora a cobrar al banco. Era por un problema de seguridad. Eso fue en los años 1970-1972. La Compañía estuvo hasta el 1978. Después del Mundial corté el cordón lumbrical con la Compañía y me fui a la actividad privada. En la empresa estuve desde el 1963. Por eso tengo estos recuerdos, me lo dio la gente de DELCO. Me regalaron el cartel de la empresa y otro también me lo dieron. Tengo también el tablero de dibujo que llevábamos nosotros. Era telescópico, o sea, era profesional con balancines. Y eso no tiene precio. Creo que Don Juan que formó parte de la empresa tenía la satisfacción de haber sido bien recibido, bien atendido y creo que reconocido por todas las obras que hizo. Él dejó aclarado, él no hizo sólo las obras de la empresa. La cantidad de arquitectos de Mar del Plata le pedían los cálculos a él. Él hacía los edificios a medida. El edificio Almería, que hacía Rivero y García, los cálculos lo hizo Don Juan. Hizo los cálculos de Gimnasio de Club Mar del Plata, que son unos arcos reticulados. Hizo un gimnasio de una escuela que donó Elíades en el barrio El Martillo. Creo que ha hecho obras en Mar del Plata que ningún otro ingeniero hizo tantas como él. Quizás ahora, pero estamos hablando de los años 60ª, 70ª. Él tenía una clientela impresionante de arquitectos, casi los mejores arquitectos de Mar del Plata. |
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Calculistas había poco en ese momento en Mar del Plata. Había uno o dos, pero reconocidos como Don Juan creo que no había; por la trayectoria y experiencia. El hizo primero (yo no trabajaba entonces) todo lo que era La Pepita. La costa de Luro a San Martín los cálculos lo hizo Don Juan. Esta recova que está ahí hecha, Don Pepito y La Pepita lo hizo Elíades y Don Juan le hizo los cálculos de esas obras. Yo en este momento no estaba, pero él hizo todas esas obras. Hay todo una recova, por eso se pasa por abajo. Hay Don Pepito, La Pepita y un montón de restaurant que en esta época eran famosos porque tenían los 24 platitos, los 100 platitos, los 50 platitos. El turista se sentaba frente a La Popular y a la tarde disfrutaba del mar y de la atención de la gastronomía de estos lugares. Juan era groso, en Mar del Plata era groso.
Juan era humilde. Era sencillo y humilde. Muy sencillo. Don Juan era una persona que no hablaba mucho por problema de idioma. Era muy respetuoso, muy educado. Él saludaba cuando venía y cuando se iba. Muy humilde y muy sencillo como la familia de los Ruszkowski. Los hijos también salieron igual. Me acuerdo yo fui muchas veces a comer a la casa de él, a la calle Matéu, porque vivía… La primera casa que tuvo era en Matéu, era Matéu 600 y pico, algo así. Y después hizo otra casa en una calle, no sé cómo se llama, ¿Mendoza? ¿Viamonte? No me acuerdo dónde hizo otra casa. Vendió esta y se fue vivir ahí. |
Y ahí creo que falleció. Me acuerdo que me contaba que su señora ha sido enfermera en la guerra, me parece. Y él contaba la época, relatando las historias de la guerra. Uno no quería preguntar más por el miedo que él no se sintiera cómodo. Él contaba que en Siberia… él estuvo prisionero en Siberia, no estuvo prisionero acá, en Batán, si no en Siberia. Se enterraba en un metro de nieve. Estaban haciendo un camino y él tenía que buscar las piedras a un metro de profundidad en la nieve, para levantar y llevársela a un camión que las cargaba y llevaba para hacer la ruta. O sea, no la pasó bien en Siberia. Por eso le digo, muy sufrida la historia de Juan, muy sufrida. La historia de él es una historia bastante sufrida.
Vino acá y empezó trabajar en el puerto y fue Larsen, el que me contacto con él. Pero la historia de él fue sufrida. Fue prisionero. Después de ahí estuvo… cuando los ingleses liberaron una parte de los prisioneros él se fue a pelear junto con los ingleses. Estuvo en Palestina también. Fue el capitán del ejército. Un día fui a la casa de él y me mostró el uniforme y medallas. Tenía guardado ahí y me mostró. Barto me llamaba y si venía con él, Alberto. - “¡Alberto, mira!” - y me mostraba colgado en un perchero un uniforme con todas las medallas. Era un ser muy respetuoso y muy querido por mí. Porque él me enseño todo. Todo lo que supe yo, supe de él. Yo aprendí con él. |
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Para mí la enseñanza en las escuelas, en la facultad o lo que sea te deja algún conocimiento pero la enseñanza en obra no la tiene cualquiera. Él me enseñó la obra. Yo la conozco la obra por él. Yo iba a la obra con él y el me indicaba - “¡Alberto, mira! El hierro está mal doblado.” - Digo - “¿Por qué Don Juan?” - “Porque tiene que doblar a 1 metro y está doblado como a 1.20 m.” En los cálculos la separación tendría que ser cada 17 cm. Me decía - “La separación por el cálculo es de 17 cm pero nadie de los obreros tiene 1.17 m. Se hace cada 20 cm o cada 15 cm. Por eso le digo, hay cosas, detalles de él.
Nosotros cuando hicimos “Demetrio Eliades” había un problema. En ese momento no existían los materiales en contra la temperatura, o sea, el problema de hormigón que en el verano puede llegar a dilatarse. Entonces hubo problema que no sabíamos cómo hacer. No había materiales, como hay ahora químicos que protegen. Nosotros tuvimos que poner un sistema que nos habían ofrecido, que era un tergopol con un sistema de arena y todo el exterior iba pegado con este tergopol, aislante térmico y la arena. Eso duró 10 años. Con el viento se fue despegando y llegaron las pinturas que son unos aislantes térmicos. En ese momento no había. Y el trabajo para colocar eso era una lucha, porque el hormigón enviado se hizo por un sistema outinord francés, que son los túneles con tabique de sónico pro |
metálico. En vez de usar la vigueta estos tabiques iban con los distanciadores y tenían dos bandejas de protección alrededor que son para subir… Eran 2 equipos, había 2 conjuntos de piso y los hierros. Don Juan decía - “En vez de poner el hierro, como pondríamos normal vamos a poner doble, así ahorramos el tiempo cuando hagamos otro piso”. Nosotros hacíamos una losa por semana. Una losa por semana no hace nadie. No había bomba, hacíamos con el sistema de carrito. El día cuando empezamos las bases estuvimos dos días seguidos hormigonando. O sea, dos días, las 24 horas hormigonando, y no se podía parar. Y nosotros el hormigón hacíamos también con el carrito. No había bomba como ahora. Después la Compañía Marplatense empezó comprar.
La primera bomba de Mar del Plata compró IMEPHO, que pertenecía al grupo de Compañía Marplatense. Pero la primera bomba estaba adecuada y hecha para un sistema de construcciones en Buenos Aires. Ahí no había piedra. Ellos tenían el canto rodado y era mucho más fácil para trabajar. La piedra no, por la forma irregular que es. Por ahí la piedra se podía quedar atascada en la salida y paraba a la bomba. A parte, ellos usaban arena oriental o del río que es mucho más fina que la nuestra. La nuestra la sacaban acá. Y a veces la pala carga arena con tosca. Y si la tosca entra a la bomba, la atasca. Entonces había que poner una rejilla que dejaba la tosca por el camino, o sea, |
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todo lo que superaba una medida quedaba arriba. Lo demás entraba, o sea, la arena, la piedra, todo entraba. Pero la tosca podía ocasionar un desperfecto porque paraba el conducto de la cañería. Entonces había que sacar todo el material que estaba adentro de la cañería, desagotar y tirarlo ya que no servía más. Había que comenzar de vuelta. Eran dos pistones que estaban empujando el material. Es como hacer el churro. La bomba trabajaba con dos pistones que empujaba a presión. Mientras no se paraba eso seguía. Cuando se para, hace fuerza y se podía reventar la cañería. Para estar seguro de que la bomba estaba limpia se tiraba una pelota de tergopol. Entonces esta limpiaba toda la cañería por sí quedaba algún resto que no corresponde. Después se comenzaba hormigonar de vuelta. Sabemos que el hormigón es muy especial. Hormigón tiene la dosificación de cemento, piedra, arena y agua. O sea, el agua es fundamental para la resistencia del hormigón. Don Juan había tenido un espirómetro que era un aparato para medir la resistencia del hormigón. Ese usaba yo. Un aparato que se pone sobre el hormigón y golpea. Y de acuerdo al golpe le marca la resistencia que da a los 8, 14 y 28 días. Un hormigón de 300 kilo en 28 días tiene que llegar por lo menos a 220-230. Si llega menos que 230 el hormigón no se hizo con la dosificación que correspondía. Y nosotros usábamos SicaCret que es un acelerante de fragüe y que da más resistencia al hormigón. Por eso lo digo, eso no lo aprenden en la facultad, eso se aprende en la obra. |
Yo creo, si le digo a un alumno en la facultad - usa un clinómetro - no sabe, - usa el teodolito - no sabe. Sabrá en forma teórica pero en la realidad no. Por ejemplo, hemos hecho varias obras donde hay mucho viento. Entonces cuando hacíamos revoque, se quema. ¿Por qué? Porque el viento y el sol acelera el fragüe. Entonces hay que buscar la dosificación especial para este tipo de revoque. ¿Eso quién lo enseña? La obra. Teníamos un buen “capataje”, nos daba satisfacción. Yo a la Compañía Marplatense tengo que agradecerle toda mi vida de lo que soy hasta ahora. Igual que a DELCO. Yo empecé en DELCO. Yo entré jugando en “pre infantiles” y después jugué en “primera”.
Soy Alejandro García Avalos. Tengo por cumplir 75 años. Soy capricorniano. Fui ayudante del Ing. Ruszkowski en los años 1963- 1978, al cual agradezco de haber participado con él en las obras más grandes y más altas que se hicieron en Mar del Plata. Aprendí muchísimas cosas que en otro lugar no habría aprendido. Desde ya agradezco esa amistad que compartí con Don Juan, tal como yo deseaba. Nota: Octubre 2017. Alejandro García Avalos también fue un destacado basquetbolista en Mar del Plata en los años 60ª y 70ª del siglo pasado, perteneciente al Club Atlético Quilmes. |
Documento - Relato del ayudante del Ing. Juan José Ruszkowski, sobre las grandes empresas constructoras en los años 60ª y 70ª. |
Fecha del evento: | Domingo | 14.09.2014 | Sociedad de los Polacos | Mar del Plata | Tema: Biografía de Juan Ruszkowski |