Sinopsis: Daniel (Bartosz Bielenia) es un joven de 20 años que, durante el tiempo que pasa en un centro de menores, tiene un despertar espiritual al sentir su llamada divina, pero sus antecedentes criminales le impiden el acceso al seminario, arrancándole sus esperanzas. Sin embargo, cuando es liberado del centro y enviado a un pequeño pueblo para ejercer como mozo de un taller de carpintería, Daniel ve su oportunidad de volver a retomar su sueño y se presenta como el enviado por la parroquia para suceder al anciano cura del pueblo. Pero lo que no sabe Daniel es que en ese pueblo se va a encontrar con un misterio mayor, un secreto que está destrozando a esa comunidad.

Es raro que los largometrajes despierten reacciones tan fuertes, y Corpus Christi rompe emocionalmente a todos. El drama íntimo sobre un criminal de reformatorio que se hace pasar por sacerdote es la obra más madura de Jan Komasa hasta el momento, ilustrando con precisión el problema de la Iglesia. Esta es una película sobre la ciega fe en la que se encuentran los creyentes católicos polacos. Antigua mini-tragedia sobre la necesidad de purificación espiritual, en la que los pendencieros habitantes de un provinciano pueblo de Podkarpacie se consideran buenos ciudadanos ejemplares, y por dentro están consumidos por el odio, cultivan el sentido de la injusticia, no pueden perdonar y buscan un chivo expiatorio. Un extraño de ninguna parte (una creación excepcional de Bartosz Bielenia) es un sanador comunitario que restaura un frágil orden moral: un buen pecador que no tiene derecho a desempeñar ninguna función pública. No es un sacerdote ni tampoco un psicoterapeuta. Es el mismo hombre que todos los demás, sólo que sincero y libre de prejuicios, no movido por la sed de poder, consciente de lo absurdo de la situación, y sin embargo, predicando la buena nueva por encima de los principios canónicos, en toda la Iglesia institucional.

Komasa toca muchas cosas a la vez. La más fuerte, por supuesto, es la esfera de la religiosidad, que resulta ser verdadera sólo cuando rechaza la apariencia de ritual y fe ciega. También habla de las divisiones que se están produciendo en Polonia, que tras la catástrofe de Smolensk se ha convertido en un muro impenetrable. Apela a las emociones más delicadas y reprimidas que claman liberación. Lo que distingue a "Corpus Christi" de "El Rostro" de Szumowska o de muchas otras películas polacas que describen críticamente la actualidad, es claramente una nota conciliadora: la actitud humana hacia los héroes, falta de orgullo y cualquier signo de desprecio por el mundo en el que debe haber un lugar para todos. Esta película se hizo únicamente con el corazón y el amor. Genialmente narrado en un estilo americano, el "Corpus Christi" parece una obra de moralidad psicoterapéutica. Te mantiene en suspenso mejor que los westerns clásicos, exorcizando los complejos polacos más oscuros.

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