Los sindicatos libres “Solidaridad”

 
Desde que se instaló el régimen comunista la nación polaca ha mostrado su descontento. Una de las principales razones de disconformidad contra el régimen se debía al incremento de precios en el mercado. Fue así que en junio de 1956 en la ciudad de Poznan, hubo una protesta sangrientamente reprimida por el régimen que desencadenó más protestas dentro de Polonia en octubre del mismo año.   Luego hubo grandes protestas en marzo de 1968, en diciembre de 1970 con muchas muertes y en junio de 1976. En las protestas de 1976 participé personalmente con un grupo de amigos en un acto clandestino. Por suerte no fui descubierto por las autoridades del régimen comunista. Algún día contaré esta historia aparte. Después de estas protestas en Polonia comenzó organizarse una oposición antisistema.
Juan Pablo II durante su primera pelegrinación a Polonia. Plaza de la Victoria, Varsovia, 2 de junio de 1979. Momento en que Papa pronunció famosas palabras: "Deja que tu Espíritu descienda y renueve la faz de tu Tierra, esta Tierra".   Desde diciembre de 1970 hubo varias mejoras en el país. Durante el gobierno de Edward Gierek, la República Popular de Polonia estaba parcialmente abierta al mundo. La gente empezó a tener contacto con Occidente. Durante estos años, Polonia asumió determinadas obligaciones internacionales en materia de protección de los derechos humanos. Los opositores demostraron que es posible organizarse en torno a una idea más amplia. En este caso, la defensa de los derechos humanos y la ciudadanía.

Durante la década de los 70ª se asentaron las bases que propiciaron los cambios en la década de los 80ª. La elección de un Papa polaco y su peregrinación de regreso a su tierra natal en junio de 1979 animaron al pueblo polaco. Fue entonces cuando se pronunciaron las famosas palabras en la Plaza de la Victoria en Varsovia: "Deja que tu Espíritu descienda y renueve la faz de la Tierra, esta Tierra". Lo que expresa esta frase no demoró mucho en hacerse realidad. La inflación en los alimentos, que tuvo lugar en julio de 1980, se convirtió en un detonante de nuevas huelgas.

Comenzó una profunda crisis económica. Había escasez de productos básicos, como pan, manteca, leche, azúcar, carne, que eran rápidamente desabastecidos ni bien llegaban a los mercados. Recuerdo haber realizado una larga fila por un trozo de manteca durante toda una mañana para darle el gusto a mi madre – a quien le encantaba la manteca – y luego por la tarde iba a trabajar para cumplir el segundo turno. Esta situación lógicamente generaba malestar en la gente e influyó en aumento de protestas en el verano de 1980.

El 16 de julio estallaron huelgas en Swidnik y Lublin. Además de las demandas económicas, por primera vez hubo una demanda de nuevas elecciones en los sindicatos oficiales. En julio, alrededor de 80.000 personas en 177 lugares de trabajo se declararon en huelga. Comenzó algo que nunca se había visto en Polonia durante el régimen comunista.

A mediados de agosto de 1980, se iniciaron las huelgas en la Costa, donde aún estaba vivo el recuerdo de las protestas de diciembre de 1970, sangrientamente reprimidas por las autoridades. En ese entonces hubo tres grandes astilleros en Gdansk, Gdynia y Szczecin. Eran uno de los mejores de Europa. La huelga en el astillero de Gdańsk casi terminó porque el director del astillero acordó cumplir con las demandas iniciales. Walesa anunció el fin de la huelga, pero varios miembros del comité de huelga resistieron, pidiendo una huelga de solidaridad con otras fábricas que estaban en huelga en ese momento. Se estableció un Comité de Huelga Interempresarial, que incluyó a delegados de otras fábricas en huelga que llegaron al astillero.

Recuerdo muy bien esos días. La tensión era evidente en todas partes de la fábrica y más allá. No se hablaba de ninguna otra cosa que de los cambios que iban suceder en Polonia. En mi fábrica metalúrgica Dozamet, todas las paredes se exhibían con banderas blancas y rojas. Fue una sensación única en mi vida. De las 8 horas dedicadas a la jornada del trabajo una se destinaba al paro. Después, las huelgas duraron días enteros. Sin embargo, uno debía presentarse en el trabajo y cumplir con las 8 horas diarias pero sin continuar con la producción. Se hacía mantenimiento de maquinarias, como en mi caso en el torno.

  Lech Walesa durante la huelga en el astillero Lenin de Gdańsk en Polonia, agosto de 1980.
La ola de huelgas de agosto de 1980 condujo al establecimiento de NSZZ "Solidaridad", la primera organización sindical legal en los países comunistas, independiente de las autoridades. La firma del acuerdo en Gdańsk el 31 de agosto de 1980 entre el comité gubernamental y el Comité de Huelga de las fábricas del país y el surgimiento de Solidaridad marcaron el comienzo de las transformaciones de 1989: el derrocamiento del comunismo y el fin del sistema de Yalta.   Me acuerdo que hubo sacerdotes que participaban activamente predicando y alentando a sus fieles en las misas del domingo. La creencia era muy importante en esta época. Es muy difícil establecer la solidaridad donde se encuentran distintos grupos religiosos. Polonia lo logró. La creencia puede derrumbar montañas. Todos nosotros creímos en los nuevos sindicatos libres “Solidaridad” y en su dirigente, Lech Walesa. No hubiéramos logrado mucho sin esta creencia. En todo caso nos acompañaba la cruz. Fue enorme lo que pasó. El mismo régimen comunista empezó a derrumbarse.
El triste final de la Fábrica Metalúrgica de Baja Silesia Dozamet en Nowa Sól, producto de cambios económicos en el país. La foto probablemente del año 2000.   En Dozamet, la fábrica donde trabajé, afiliándose a los sindicatos libres “Solidaridad” no tuvo problemas. Pasaba una persona y el que quería afiliarse firmaba una planilla, no importaba si era afiliado al partido comunista PZPR o no. El carnet de socio venía después, pero con tanto desorden en los papeles nunca llegué de tenerlo. En esta época no hubo Internet y el régimen comunista hacía todo lo posible para desinformar al pueblo y echar la culpa a “Solidaridad”. Hubo varios tipos de provocaciones.

Los polacos tuvieron que esperar varios años todavía para concretar su libertad. Un año después, el 11 de septiembre mi barco “Mieszko I” me estaba esperando en Gdynia para partir a la Argentina. En el puerto me despido de mi padre que me estuvo acompañando. Después de las estrictas revisiones por los aduaneros el “Mieszko I” sale del puerto en una noche lleno de tensiones. Contentos al fin nos acostamos a dormir. A la madrugada nos despiertan unos ruidos raros. Era el mismo puerto de Gdynia. El barco solo dio una vuelta. El capitán recibió la orden de volver para seguir con más revisiones. Entró la aduana con las milicias. La tensión parecía no tener fin. Nuestra salida era insegura.

El 15 de septiembre el barco parte de nuevo. No me tranquilizo hasta que salgamos fuera de las aguas territoriales polacas. Fueron las semanas previas antes de que el dictador Jaruzelski decretara la Ley Marcial. Recién, ya estando en Argentina, y después de varios años, me entero de tantas barbaridades que cometió el régimen comunista en mi ciudad Nowa Sól y en todo el país.

Jerzy Hendzelek, un amigo mío de años escolares, fue uno de los organizadores de “Solidaridad” en la fábrica Dozamet. Y mi profesor de la escuela secundaria, Andrzej Geneja, fue uno de los organizadores de “Solidaridad” en una grande fábrica de hilos de Nowa Sól, conocida como Odra. Gracias a Internet me enteré de la historia de “Solidaridad” en mi ciudad. Tuve entrevistas con el director del museo municipal en Nowa Sól, el Dr. Tomasz Andrzejewski y el presidente de la ciudad, que hoy ocupa el cargo de senador, Wadim Tyszkiewicz. Me enteré que mi profesor fue encarcelado y torturado. A Argentina traje un recuerdo de ser afiliado en “Solidaridad”, una insignia. Debido a la fama que tenía el sindicato "Solidaridad", la insignia fue pedida por mi familia en el primer día de mi llegada. JS